Cómo evitar la compra por impulso

21 de noviembre de 2018

Claves para no comprar impulsivamente

No queremos ser aguafiestas, pero en la época del Black Friday, el Cibermonday, y ya casi en vísperas de la época Navideña, se acercan fechas en las que es más que probable que compremos muchos productos en un corto espacio de tiempo.

Pero a ver, ¿esto qué tiene de malo?, te estarás preguntando. En principio, nada. El problema en realidad, es que muchas veces, estas compras no obedecen a necesidades reales, es decir, no compramos cosas que habíamos planificado comprar, que necesitábamos, o que realmente queríamos. Sino que más bien, nos dejamos llevar por la inercia de los descuentos, la publicidad agresiva, y la sensación de estar ante una ocasión que no te puedes perder, y te dejas llevar por un impulso, comprando cosas que a posteriori, pasada la euforia, descubres que no necesitabas o que no te ilusionaban tanto.

¿Qué es la compra por impulso?

Por ejemplo, cuando vamos al supermercado, te habrás dado cuenta de que hay puntos estratégicos donde colocan ciertos productos, por ejemplo, los que están junto a la caja. Normalmente son productos de poco valor, que se añaden a última hora a nuestra compra. Estos productos que compramos sin haber planeado comprarlos, estos caprichos, son los que llamaríamos compras por impulso. No obstante, en estas campañas especiales como el Black Friday, las compras por impulso nos pueden suponer un desemboloso mucho mayor, ya que compramos artículos de mucho más valor. Dependiendo del sector, se estima que podemos comprar por impulso una de cada tres compras, es decir, un 30% de los artículos que consumimos.

Como decíamos, influyen muchos factores en que tomemos esta decisión: normalmente, una determinada estrategia de marketing que nos despierta una emoción, esa emoción nos lleva a comprar, y posteriormente, pasado el influjo, podemos intentar justificar el por qué de ése capricho.

En estas fechas, lo frecuente es que lo justifiquemos por el descuento que tenía el producto: pero tenemos que ser conscientes de que realmente, ésa es solo otra estrategia para lograr que acabemos comprando. Es una técnica de venta, ni más ni menos.

¿Dónde está la trampa? Pues en que muchas veces, el descuento no era tal (los precios se han podido modificar antes de estas fechas) o que acabes comprando muchas más cosas que las que en realidad tenías planificadas.

Así que hoy vamos a darte una serie de consejos para que tomes la decisión que tomes, la tomes conscientemente y sin arrepentimientos.

¿Entonces, cómo podemos evitar la compra por impulso?

  1. Un buen primer paso es simplemente planificar tus compras. Sé consciente de los mecanismos de la publicidad. Es decir, ten en cuenta que hay técnicas de marketing concretas que están generándote esa sensación de ganga, de ocasión, de que no te lo puedes perder. Por ejemplo, poner un contador con una cuenta atrás con el tiempo que estará rebajado el producto, o poner en euros cuánto estás ahorrando, de forma que cuando pagues, tengas una sensación de “he ahorrado 50€”, en lugar de “me he gastado 200€”. Este tipo de técnicas están diseñadas para que te sientas mejor comprando. Pero como decíamos, solo a corto plazo, porque una vez que te has gastado el dinero, es posible que cuando pasen unos días, y el impulso inicial haya perdido toda su fuerza, te sientas abrumado o agobiado cuando veas cuánto te has gastado en estas fechas.
  2. Si ya has planificado tu compra, establece un periodo de espera. Deja que pasen unos días, antes de finalmente comprar el producto. ¿Por qué? Porque de esta manera, la urgencia y la impulsividad ya se habrán desvanecido, y con calma, podrás analizar si realmente quieres ese producto o no.
  3. Si has aplicado este periodo de espera, analiza claramente en qué te beneficia ese producto: hazte algunas preguntas como éstas: ¿Lo quiero o lo necesito? ¿Puedo pagarlo? ¿Podría esperar sin comprarlo? ¿En qué cambiaría mi vida cuando lo tenga? Infórmate, y lee sobre el producto si es necesario. En muchas ocasiones, puedes encontrar que su precio era superior, que va a salir uno nuevo próximamente, u otras sorpresas que es mejor conocer antes de pasar por caja.
  4. Destina un presupuesto de antemano, para esos gastos: evita que sea el producto el que decida cuánto vas a pagar. Evita pagar con crédito, o endeudarte para adquirir un producto. Si tu situación cambia en el futuro, no te gustará haber adquirido ese compromiso.
  5. Observa tu estado de ánimo: ¿te encuentras triste o irritado? Es frecuente que compremos más como forma de ocio, y no como forma de suplir una necesidad concreta que tenemos, cuando nos sentimos vulnerables. Por lo tanto, analiza si es una decisión que estás tomando emocionalmente. ¿Estás comprando para sentirte mejor? Si sospechas que es así, haz un paréntesis, deja la decisión en pausa, y márchate de la tienda. Ya lo decidirás con la cabeza fría.
  6. Ojo al mundo online: es frecuente que te escuches hablar sobre ofertas concretas para la tienda online, productos rebajados solo si los compras desde casa, o desde la app… El marketing va adaptándose a los nuevos tiempos, y obviamente, las tiendas saben que quizá te resulta más cómodo comprar desde casa. Esto tiene sus riesgos añadidos, ya que el algunos productos (ropa, calzado o complementos) es posible que compres impulsivamente fijándote en los precios, y que después, algunas de las cosas que hayas comprando no sean como te imaginabas. Si usas las apps o la tienda online, te recomendamos que te fijes en lo que te gusta, pero que después de aplicar el resto de pautas de esta lista, vayas a la tienda a echarle un vistazo al producto. Además, no ves el dinero que te gastas, ni pagas en efectivo, simplemente se descuenta de tu cuenta, acortando el proceso y facilitando por lo tanto que sea más impulsivo.

¡Esto ha sido todo! Disfruta de un consumo responsable, toma las decisiones que te hagan feliz, pero sobre todo, asegúrate de que sean decisiones libres.

¡Un saludo!

Victor Serna Climent

Psicólogo sanitario, máster en práctica clínica y en psicología forense. Experto universitario en terapias contextuales. Trabajo en la clínica que fundé y que dirijo desde 2016, donde tengo la suerte de poder dedicarme a la psicología aplicada, ofreciendo siempre tratamientos basados en la evidencia científica.

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